miércoles, 29 de agosto de 2012

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              La luz del Sol se reflejaba en la rizada superficie del mar Mediterráneo emitiendo pequeños destellos intermitentes.
Valeria los miraba hechizada. Le encantaban las vistas desde el piso que había alquilado en San Antoni de Portmany.
Era pequeño, pero encantador. Y esas vistas…
Era justo lo que ella necesitaba, una casa pequeña, suficiente para ella, a la que poder impregnar de su personalidad y con unas vistas al infinito, al horizonte del mar Mediterráneo, allí donde sus pensamientos se perdían y encontraba aquella tranquilidad que tanto anhelaba.

            Había llegado allí hacía un mes. Con dos maletas cargadas con pocos enseres personales y muchas ilusiones.
Bajó del avión, aspiró el aroma balear y saludó a su nueva vida con la esperanza de empezar de nuevo y dejarlo todo (o casi todo) atrás.
No había sido fácil la decisión de presentarse a las oposiciones de profesora de secundaria de informática en las Islas Baleares.
En un primer momento iba a hacerlo en las de la Comunidad Valenciana, pero… Ya estaba estudiando cuando ocurrió todo, y dado que eran las mismas para ambas comunidades autónomas, no perdía nada por presentarse en estas, pero sí ganaba el alejarse de su pasado y poder analizar su vida en perspectiva, lejos de todo aquello que la atormentaba.
Solo le había hecho dudar su familia. Para ser exactos, su madre.
Cuando tomó la decisión sabía el daño que le haría el saber que su hija, a la que había dado por perdida durante casi tres años, y a la que acababa de recuperar, volvería a alejarse, esta vez para irse a vivir a unos cuantos kilómetros más de distancia.
Valeria había aplicado tan al pie de la letra la idea de poner tierra de por medio con su pasado, que no solo había puesto kilómetros de tierra, sino también de agua.
Y eso a su madre le iba a doler.
Pero lo tenía que aceptar si la quería, y sobre todo, si esperaba que alguna vez superara todo lo que había vivido. Y encerrada en su Alcoy natal nunca lo conseguiría.
Nunca tan cerca de él…..
Así que se presentó y, carambolas del destino (eso, y una gran cantidad de horas de dedicación), aprobó.
Se vió de repente informándose sobre los institutos de secundaria de las Baleares, haciendo las adjudicaciones, viendo días después su nombre asociado a un IES de San Antoni de Portamany, buscando piso en este, etc…
Sus recuerdos de esos días eran brumosos. Era como si hubiera estado inmersa en una borrachera continua que no la hubiera dejado pensar en nada más que no fuera lo que la ocupaba en esos momentos, ajena a todo aquello de lo que huía. Se había dejado llevar por la corriente….
Y la corriente la había llevado allí, a San Antoni, a un piso pequeño pero encantador.

Se sonrió. Esa era la vida que ella quería y deseaba. Volvió a mirar el mar, allí donde sus pensamientos se mezclaban con el horizonte, allí donde no había sitio para el sufrimiento, los recuerdos del pasado, los gritos, el dolor… allí donde solo había paz.

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Abre los ojos. Desde su ángulo de visión alcanza a ver las ruedas del Daewoo blanco que aparca enfrente de su Civic gris.
Se siente dolorida, magullada, sin fuerzas, pero debe levantarse, salir del garaje y meterse en casa. Si alguien la encuentra en ese estado, tirada en el suelo, se verá sometida a una serie de angustiosas preguntas a las que no quiere responder.
Se levanta. Le duele la nariz, acerca la mano derecha para tocársela y.. tic.. cae una gota roja en la mano que se acercaba. La mano para en seco. Entonces mira donde ha estado recostada su cabeza… un pequeño charco de líquido rojo y brillante rompe con la monotonía del gris del suelo de cemento.
Definitivamente debe salir de ahí, cada vez son más insostenibles las posibles excusas que podría dar y que se agolpan en su cabeza.
Lentamente da media vuelta y durante el movimiento un dolor sordo amartilla sus costillas. Dios, debe salir de ahí cuanto antes.
Pasa la puerta que separa el garaje de las escaleras que suben hacia el entresuelo y se aferra a la barandilla, con su mano derecha.
Empieza a subir, un escalón, dos, tres, mientras sus costillas gritan de dolor, su nariz les hace el coro y su mano izquierda……
Ha hecho un pequeño gesto de apretar el puño por el esfuerzo que está realizando para subir las escaleras y el dolor le ha sacudido desde la mano hasta las últimas fibras nerviosas de su cerebro. Ha ahogado un grito justo a tiempo y se mira la mano.
¿Por qué está deformada? ¿Por qué sus dedos parecen paralizados?
Intenta moverlos y un ¡crac! se produce en el interior de su palma. Esta vez no puede reprimir un gemido. Está rota….
Tiene que llegar a casa cuanto antes…..

“Nooooooooo!!!!!!”
Valeria se despertó gritando, empapada de sudor y completamente desorientada.
Sus ojos giraban desorbitados en las cuencas oculares, esforzándose por captar alguna imagen, saber donde se encontraba y sobre todo, inconscientemente, asegurarse de que seguía a salvo.
Poco a poco fue reconociendo las siluetas de los muebles que decoraban su nueva habitación y sus músculos fueron destensándose.
Seguía a salvo.

martes, 24 de abril de 2012

Introducción a "Una adicción enfermiza"

Este proyecto de novela nació a partir de querer contar una historia basada en hechos reales.

La base de esta historia parte de que lamentablemente en esta vida, observamos las desgracias ajenas bajo el escudo del "Eso a mi no me va a pasar".
Es curioso como inconscientemente todo el mundo creemos que estamos a salvo de todo lo malo que vemos en las notícias, en vecinos, amigos, etc...
Por ejemplo, vemos una noticia en la que sale un accidente mortal de coche a causa de la conducción bajo los efectos del alcohol, y sin embargo, si salimos y bebemos un poco, no creemos que eso nos pueda pasar a nosotros.
Parece que estamos a salvo de todo.

Esto ocurre igual para los malos tratos.
Sobra decir que la creencia de que los malos tratos solo se producen en las clases marginales es un topicazo.
Sobra decir que estos se pueden producir en cualquier tipo de família.
Pero, curiosamente, cuando una persona los sufre no es capaz de asimilar que es una persona maltratada. Los argumentos son varios: "No soy una persona maltratada......  soy muy exigente y le he hecho perder los papeles", ..... no debería haberme vestido así, tenía motivos para enfadarse tanto". ETCÉTERA.
Lo que desde fuera es algo evidente, desde dentro es un cúmulo de sentimientos de culpabilidad y justificación al maltratador que evita que este último se vea destapado.
Así que, es justamente la persona maltratada la que encubre a su maltratador, y esto unido a lo encantadores, maravillosos, serviciales, etc.. que son los maltratadores de puertas para fuera ayuda a reforzar la situación.
Nadie conoce realmente al Mr. Hide que se esconde tras las puertas.

El nombre original de esta historia iba a ser "Crónica de una adicción enfermiza" pero creo que ya el título cansaba, y no se trataba de una crónica, si no de una historia. Una historia que entrelaza hechos reales con hechos ficticios, personajes basados en personas reales y personajes ficticios, lugares reales y lugares fictios....
Cualquier persona que pueda sentirse identificada con los personajes de Valeria o de Raúl, o más bien con las escenas relatadas en las que participan ambos...deberían replantearse su vida, como la están enfocando, y sobre todo, si no necesitan ayuda urgente.

Y confío, en que todas aquellas mujeres que se sientan identificadas con el personaje de Valeria, puedan ver su propia situación desde un prisma distinto, el de observarla sobre otra persona... y de esta forma puedan salir del letargo en el que se han sumido, justificando, ocultando, aguantando, sufriendo, autoengañándose.... 

Porque es más fácil escandalizarse por lo que les ocurre a las personas, cuando esas personas no son ellas mismas.
Porque, al fin y al cabo, es más fácil decir "Eso a mi no me está pasando".
Hola a todos.
Hace muchos años, cuando me encontraba estudiando la carrera, sentí "la llamada" de la escritura.
Empecé a escribir una pequeña novela, pero desistí. No me gustaba lo que iba saliendo, le faltaba "garra".
Mi gran problema es que, como en tantas cosas, a la decepción le siguió el abandono, y aquella llama se extinguió durante un pequeño lapsus de tiempo tras el cual me decidí a probar con relatos cortos de miedo.
El resultado fué el mismo, y ahí si que ya desistí.

Hará unos 3 años, empecé una nueva novela (me gusta llamarla así, aunque sé que cualquier parecido con la realidad es solo una coincidencia :-S). Volvió a ocurrir lo mismo.
La retomé hará un año. Otra vez....
Hará unos meses, igual....
Esta vez ya me entristecí de verdad, pensé que había algo que aunque mi cuerpo me pedía explotarlo, mi mente me decía que realmente no valía para ello y que lo dejara estar ya de una vez (antes de hacer un ridículo espantoso).

Pero una buena amiga me dijo que crear algo con sentido no es simplemente sentarse y soltar lo que te venga a la cabeza, lleva un proceso, un pulido, una búsqueda de información...
Yo creo que esto le quita la espontaneidad a la creación, pero bueno, no soy una Cervantes, así que no creo que mi espontaneidad se pueda permitir el no ser pulida.

Así que, tras sus ánimos para que no desistiera, y recordarme que éste no es un camino fácil pero sí muy gratificante... me he decidido.

Os presento mi nuevo blog: La verdad oculta, todo aquello que pide ser contado.
Espero que os guste.